14 de septiembre de 2009

El productor Quincy Jones dice que "Michael Jackson no tenía tanto talento"


Es realmente difícil exagerar la importancia de Quincy Jones (Chicago, 1933) en la cultura popular del último medio siglo. Productor, compositor, revolucionario del jazz, director de orquesta, magnate de televisión, dueño de revistas, hombre de cine. Ha ganado 27 grammys, un oscar y es doctor honoris causa por una decena de universidades. Como con los grandes jugadores de baloncesto, el pop retiró un buen día la letra Q en su honor. Q sólo puede ser Quincy, el influyente productor de Thriller, de Michael Jackson, el disco más exitoso de la historia, con 110 millones de unidades vendidas.

Con su "hermano" Jacko, Jones, el exquisito jazzman que debutó a la trompeta en 1951 en la banda de Lionel Hampton, firmó algunas de las páginas más brillantes de la historia del pop con la trilogía que forman, junto al mencionado Thriller, Bad y Off the wall. Cuando el 25 de junio Jackson murió, el mundo miró a Quincy Jones. "Parte de mí se va con él", declaró.

El músico es el plato fuerte del Foro Mundial de la Diplomacia Cultural que se celebra desde mañana en el Centro Cultural Niemeyer de Avilés (Asturias). Si la delicada salud de estos últimos días se lo permite, Jones participará en una mesa redonda con Youssou N'Dour y Manolo Díaz. En la madrugada del sábado, respondió al teléfono desde su residencia en Los Ángeles.

Pregunta. ¿Hay algo que no haya hecho usted?

Respuesta. Claro. Lo que estoy haciendo ahora mismo. Dirijo mi primer programa de televisión.

P. ¿Y algo que le quede por hacer?

R. Un montón, hermano. Una ópera, por ejemplo. Un ballet. Producir un disco de Tony Bennett y Stevie Wonder. Bueno, eso lo estoy haciendo ahora. El retiro no es para mí. Demasiadas cosas ocupan mi vida. Las fundaciones, mis siete hijos, mis novias.

P. ¿Se esperaba la muerte de Michael Jackson?

R. Nadie la esperaba. Me sorprendió en China. Me hinqué de rodillas al enterarme. Fue duro.

P. ¿Le veía capaz de completar los 50 conciertos que pretendía dar Londres?

R. No. Recuerdo que estaba en Londres cuando se vendieron todas las entradas en un par de horas. Me llamó, estaba emocionado, fuera de sí. Me dijo: "Lo haré por los chicos". Fue la última vez que hablamos.

P. ¿Solía hablar de sus hijos?

R. Siempre. Todo el tiempo.

P. ¿Qué siente al ver cancelado el concierto de homenaje en Viena que su hermano Jermaine se esforzó en montar?

R. Me pidieron mi participación. Todo el mundo parece organizar conciertos en recuerdo de Michael. Que no cuenten conmigo. El pasado no es para mí. En el fondo de mi corazón soy un músico de jazz y los músicos de jazz no se repiten.

P. ¿Aún toca la trompeta?

R. Ya me gustaría, hijo, pero tuve dos ataques cerebrales en 1974. Me estallaría la cabeza al soplarla. Toco el piano, aunque no necesito instrumentos, las melodías están en mi cabeza. Las oigo, las compongo.

P. Se suele asumir que Michael Jackson resultó genial mientras trabajó con usted... Que luego perdió la magia. ¿Se atribuiría ese mérito?

R. Juntos lo conseguimos. Nadie lo había hecho antes ni nadie lo ha logrado después. ¿A quién le importa lo demás?

P. Escuchar las tomas alternativas de Billie Jean incluidas en una reciente edición de su primer disco juntos, Off the wall, sugiere que todas las ideas en esa canción irrepetible eran en realidad del joven Michael...

R. Él la escribió. Por supuesto que era su idea. Compuso un montón de temas maravillosos. Luego yo los cogí y los llevé adonde tenían que llegar. Ése es el trabajo de un productor.

P. ¿Existía competencia entre ustedes?

R. ¡Ésa sí que es buena! Claro que no. He trabajado con Louis Armstrong, Frank Sinatra, Nat King Cole, Billie Holiday, Aretha Franklin y, sobre todo, Ray Charles... ¿Cree que podría sentir celos de Michael Jackson? Michael no tenía tanto talento. Era grande, pero no jugaba en la liga de los que acabo de citar. He tenido siete hijos y participado en 40 películas. No tengo tiempo para perder en tonterías.

P. ¿Es cierto que tras su muerte declaró que Michael Jackson nunca quiso ser negro?

R. No me permito meterme en ese tema.

P. ¿Diría que murió por una negligencia médica?

R. Aún menos me pronunciaría sobre eso.

P. ¿Intentó ayudarle?

R. Era imposible. Cuando te haces tan grande, dejas de escuchar. El gran problema es la gente que rodea a alguien así. Se pasan las 24 horas diciendo lo maravilloso que es. No es fácil sobreponerse a eso.

P. ¿Cuándo lo vio por última vez?

R. Le contaré mejor la primera. Él tenía 12 años. Estábamos en casa de Sammy Davis Jr.

P. Hay una anécdota en su mitología, de esas que hacen avanzar la historia demasiado fácilmente como para ser verdad, sobre cómo decidió convertirse en empresario cuando se quedó con su big band sin dinero, atrapado en París...

R. Había que hacer algo por esos chicos y me juré que una situación así no se iba a repetir. Si para ello había que ser dueño de la situación financiera, yo iba a aprender cómo.

P. En su Twitter ha escrito: "¿Qué haremos con la música cuando hayamos acabado con la industria?"...

R. Hay que hablar con valentía de lo que está pasando con la piratería. Cuando dejen de existir los estudios de grabación y lo hayan conseguido, lo lamentarán.

P. ¿Niega que parte de la responsabilidad es de la industria?

R. No. Es un negocio que requiere reinventarse. Algo se me ocurrirá.

P. ¿Qué relación tiene con el dinero?

R. Nunca hablo de dinero. No me metí en esto para ganar pasta. He hecho un montón, cierto, pero es secundario.

P. ¿Qué quería ser de mayor?

R. Gánster. Vivía en Chicago, mi padre era carpintero para la mafia. Quería ser Dillinger o los Jones Boys, los gánsteres negros más grandes de la historia. Un buen día vino mi padre y nos dijo, recogerlo todo que nos vamos al noroeste. Así acabe en Seattle. Así descubrí el piano.

P. Cuando dejó el jazz para abrazar el pop. ¿Qué opinaban sus colegas?

R. Algunos me criticaron. Y yo les decía: si no eres capaz de ver que en Baby be mine [canción de Michael Jackson] está la complejidad de

Giant steps, de John Coltrane, es que no has entendido nada.

P. ¿Apoya la reforma sanitaria de Obama?

R. No es mi terreno. Obama es un tipo especial, con un gran trabajo que hacer. No le envidio. Tiene la misma cierta cualidad que mi viejo amigo Martin Luther King. Son cosas que me preocupan; mantengo una fundación en la que hay 89 de los mejores estudiantes del país y se dedican a pensar soluciones a problemas como la violencia en Oriente Próximo.

P. ¿Y han llegado a alguna conclusión?

R. No definitiva. No soy de los que pierden el tiempo diciendo que irán a la luna. No digo nada hasta haber llegado allí. Así que mejor será no contarle mucho más.

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