9 de noviembre de 2009

Habla otra bloguera cubana: Prefiero víctima que verdugo


Claudia Cadelo, la bloguera cubana amiga de Yoani Sánchez y que también fue detenida brevemente el pasado viernes por los esbirros del régimen cubano, vuelca aquí toda su bronca y su dolor reseñando todo lo que sintió y aún siente, mencionando al final el corto y aterrador diálogo del quebrantahuesos con su hijo.
Claudia dice en su blog: “No quería escribir, mi paranoia me decía que debía esperar a estar otra vez en mis cabales. Estas últimas 48 horas he estado irascible, hiriente, histérica, comprensiva, maternal y con instintos asesinos… he querido matar y he querido salvar.”

La fotografía anexa es de la marcha que realizaron en La Habana varios jóvenes cubanos contra la violencia, a la cual no alcanzaron a llegar Yoani, Claudia y otro bloguero amigo por los hechos reseñados.

A continuación la nota de Claudia Codelo en su blog:

No quería escribir, mi paranoia me decía que debía esperar a estar otra vez en mis cabales. Estas últimas 48 horas he estado irascible, hiriente, histérica, comprensiva, maternal y con instintos asesinos… he querido matar y he querido salvar. Me he sentido agradecida hacia la policía por protegerme de la seguridad del estado y he querido arrasar con ese cuerpo que responde ante las órdenes de desconocidos. He deseado estar en el cuerpo de Yoani y sufrir el dolor, me he sentido merecedora de piñazos o digna de liderar el Juicio Final. Me he imaginado capaz de taladrarle la cabeza a los que golpearon el viernes a Yoani y a Orlando y a mí no, y me he preguntado por qué. He perdonado y he vuelto a juzgar.

He sentido la culpa y he culpado, me he preguntado tantas cosas que no me da tiempo a responderme. Traté de reconstruir los hechos dos millones de veces pero creo que las lagunas son cada vez peores. No recuerdo qué twittié de la patrulla, no sé si el primer twitt fue cuando me agarraba con fervor de la cintura de Yoani o cuando veía sus piernas colgando del carro negro de la seguridad. No recuerdo si llamé, si no llamé, a quién llamé. No evoco ni siquiera la cara del seguroso que iba a mi lado. Lo que sé es que aguantaba las ganas de vomitar todo el tiempo, me arrepiento de no haberle echado todo el café que tenía en el estómago a mi represor encima…en ese momento trataba de parecer fuerte.

Una amiga escritora me dijo: Para qué esperas, cada vez que escribes te desdoblas, no hay nada que puedas ocultar. Tiene razón, da igual que lo sepan: la brutalidad me confunde, el abuso me da ganas de llorar, la injusticia me descoloca y he tenido que luchar estas últimas horas con un Odio profundo que me quiere colmar.

Una sola imagen me libera, imagino el diálogo del quebrantahuesos con su hijo:

- Papá, ¿qué te enseñaron en la academia?
- Me enseñaron a dar golpes muy duro sin que quedaran marcas.

Entonces se me acaba la furia y la roña, porque una profesión tan ruin y deleznable, no despierta ningún sentimiento en mí.

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