3 de octubre de 2011

Hugo Chávez debería dedicarse a sanar al 100 por ciento y separarse temporalmente de la presidencia


Cuando vimos a Hugo Chávez simular que jugaba béisbol con algunos ministros, nos preguntamos qué está pasando realmente con la enfermedad del presidente. Horas antes, el Miami Herald anunciaba que Chávez había sido ingresado en el Hospital Militar, y que estuvo en diálisis. Durante la semana pasada también voceros oficiosos del Departamento de Estado, como Roger Noriega afirmaron que a “Chávez le quedan entre 18 a 48 meses de vida”. Obviamente, no conocemos la verdad y no sabemos qué creer. Pero una cosa es cierta, el presidente no pareciera dedicarle el tiempo que se requiere para ejercer sus funciones a cabalidad. La entrega que le exige el tratamiento de tan grave enfermedad no le permite ser eficiente en el desempeño oficial. Chávez ha manifestado que se ha dedicado a leer, pintar, e intenta -de cuando en cuando- mostrarse jugando pelota o haciendo ejercicios. Mientras tanto el país comienza a estar a la deriva, nadie sabe que va a pasar, la incertidumbre crece en toda Venezuela, incluso en las filas oficialistas. La credibilidad del gobernante está en juego. Psicológicamente se encuentra igualmente afectado. Al punto de cometer el error de ponerse a jugar pelota en medio de una tragedia en el país. Chávez, da la impresión de no comprender que el problema de los ciudadanos no es él, o de si puede o no lanzar la bola, la gente lo que busca son soluciones a sus aconteceres...
Como ha manifestado, el mismo presidente es quien informa sobre su enfermedad, lo cual impide a la Sala Situacional sugerirle qué hacer y cómo. Así, Chávez en medio de su afectación física y psicológica, aparte del estrés que le generan estas circunstancias, toma decisiones, a nuestro entender equivocadas. O lo más grave, no se toman -o se retrasan- las decisiones que la nación solicita. Por esto, insistimos en una propuesta que ya hemos manifestado antes: La separación temporal de la presidencia del comandante Hugo Chávez como lo dispone la Carta Magna. De esta manera, se construye una fórmula eficaz para evitar un probable escenario de caos y el país deja de depender de la enfermedad de un individuo.

El presidente Chávez debe nombrar a quien quiera de vicepresidente y reajustar el gabinete. Este gobierno temporal puede dedicarse a atender, con la premura del caso, todos los puntos de cuenta de los ministros que están a la espera de aprobación, y a gobernar con la normalidad que se demanda. Entonces, los venezolanos podrán ver a Hugo Chávez en su convalecencia sin pensar que no hay gobierno. Chávez podrá concentrar sus esfuerzos a curarse al 100 por ciento, podrá viajar a Cuba, sin crear vacios de poder, y dispondrá de 3 meses, prorrogables por igual período, para sanar o al menos mejorar considerablemente.
En tres meses, es decir a principios de enero del 2012, el presidente puede evaluar si regresa o no al mando en ese momento. Si no, a finales de marzo, puede hacerlo si está capacitado para ello y volver a iniciar su campaña presidencial y a gobernar.

En el caso de que la ausencia fuera definitiva y el presidente, producto de su enfermedad no pudiera presentar su candidatura, entonces, Hugo Chávez nos habría legado de hecho un gobierno de transición que le entregaría a quien gane la contienda electoral del 2012, sea el presidente electo del oficialismo o de la oposición.

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