Maria Teresa van der Ree (V&L)
El lunes 12 noviembre el Gobierno anunció con gran fanfarria que se habían colocado $1,52 millardos del bono Venezolano I y que la emisión había sido suscrita en su totalidad. También informó que las asignaciones cubren más de 62% de las 62.290 solicitudes recibidas. Lo que no especificó fueron los montos colocados.
Pero. lejos de ser un éxito la emisión se podría considerar un fracaso desde el punto de vista institucional, por la opacidad y el manejo poco profesional como se realizó la operación.
Una de las mayores irregularidades se cometió cuando el martes 13, después de cerrada la emisión, se anunció sorpresivamente la reducción de las tasas de interés iniciales para los primeros cupones de los dos Vebonos. Así la tasa para el Vebono que vence en 2014 es ahora de 11,54%, en vez del 11,98% inicial, y para el Vebono que vence en 2015, la tasa es de 9,70% en vez de 11,54% como se había anunciado en principio.
Esta manera de actuar es inaudita, ya que no se pueden cambiar las condiciones de un juego cuando éstas se han hecho públicas, los participantes las han aceptado y se ha dado la señal de partida.
Otra irregularidad en este proceso estuvo en la fijación de los cupos. Aunque, el proceso había comenzado con buen pié cuando pidió a los interesados que participaran en una especie de subasta, esa buena marcha se desvió al momento de fijar los cupos.
Lo normal en estos tipos de subasta es que las ofertas se ordenen por precios (de mayor a menor) y se escoja el precio que permita colocar la totalidad de la emisión, que en este caso resultó ser 136%. O sea, todos los que cotizaron por 136% ó más, deberían haber tenido el derecho de comprar a 136%. Sin embargo, para sorpresa de los analistas no se procedió así, y aquéllos que ofertaron a un precio mayor deberán pagar su bono al precio que ofertaron.
Peor aún es, que además de que las cuotas no se colocaron a un solo precio, se aceptaron dos lotes adicionales por debajo de 136%. Así, los que ofertaron entre 125% y 135,99%, se les asignó 35% del monto solicitado. Y a quienes ofertaron entre 122% y 124,99%, se les asignó el 20%. Este proceder no es usual ni tampoco estaba previsto en la oferta inicial y puede prestarse a cualquier tipo de interpretación.
Esa falta de transparencia hace pensar que cuando salgan a la luz pública los resultados finales, probablemente aparecerán volúmenes "sorpresivamente" altos asignados a precios menores a 136%. Sin embargo, hasta que no se conozcan oficialmente los montos colocados no se sabrá qué hay detrás del Venezolano I.
En fin. El caso es que el Gobierno logró colocar su Venezolano I supuestamente para reducir liquidez, quitar presión al permuta y bajar inflación. Sin embargo, su proceder tan errático y poco transparente podría sugerir que el objetivo cumplido realmente fue seguir financiando su ingente gasto público, a pocos días de un referendo constitucional donde se juega la suerte de la democracia.
Pero. lejos de ser un éxito la emisión se podría considerar un fracaso desde el punto de vista institucional, por la opacidad y el manejo poco profesional como se realizó la operación.
Una de las mayores irregularidades se cometió cuando el martes 13, después de cerrada la emisión, se anunció sorpresivamente la reducción de las tasas de interés iniciales para los primeros cupones de los dos Vebonos. Así la tasa para el Vebono que vence en 2014 es ahora de 11,54%, en vez del 11,98% inicial, y para el Vebono que vence en 2015, la tasa es de 9,70% en vez de 11,54% como se había anunciado en principio.
Esta manera de actuar es inaudita, ya que no se pueden cambiar las condiciones de un juego cuando éstas se han hecho públicas, los participantes las han aceptado y se ha dado la señal de partida.
Otra irregularidad en este proceso estuvo en la fijación de los cupos. Aunque, el proceso había comenzado con buen pié cuando pidió a los interesados que participaran en una especie de subasta, esa buena marcha se desvió al momento de fijar los cupos.
Lo normal en estos tipos de subasta es que las ofertas se ordenen por precios (de mayor a menor) y se escoja el precio que permita colocar la totalidad de la emisión, que en este caso resultó ser 136%. O sea, todos los que cotizaron por 136% ó más, deberían haber tenido el derecho de comprar a 136%. Sin embargo, para sorpresa de los analistas no se procedió así, y aquéllos que ofertaron a un precio mayor deberán pagar su bono al precio que ofertaron.
Peor aún es, que además de que las cuotas no se colocaron a un solo precio, se aceptaron dos lotes adicionales por debajo de 136%. Así, los que ofertaron entre 125% y 135,99%, se les asignó 35% del monto solicitado. Y a quienes ofertaron entre 122% y 124,99%, se les asignó el 20%. Este proceder no es usual ni tampoco estaba previsto en la oferta inicial y puede prestarse a cualquier tipo de interpretación.
Esa falta de transparencia hace pensar que cuando salgan a la luz pública los resultados finales, probablemente aparecerán volúmenes "sorpresivamente" altos asignados a precios menores a 136%. Sin embargo, hasta que no se conozcan oficialmente los montos colocados no se sabrá qué hay detrás del Venezolano I.
En fin. El caso es que el Gobierno logró colocar su Venezolano I supuestamente para reducir liquidez, quitar presión al permuta y bajar inflación. Sin embargo, su proceder tan errático y poco transparente podría sugerir que el objetivo cumplido realmente fue seguir financiando su ingente gasto público, a pocos días de un referendo constitucional donde se juega la suerte de la democracia.
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