
Sebastián Mantilla Baca
(Especial para V&L)
Tras la crispación vivida en días pasados y luego de que se han difuminado felizmente los riesgos de un conflicto bélico en la región, conviene analizar con detenimiento uno de los aspectos de esta fugaz megacrisis: la actitud del presidente venezolano Hugo Chávez. Como ecuatorianos no podemos dejar de reconocer las manifestaciones de solidaridad y respaldo que hemos tenido del resto de los países de la región ante la temeraria violación de nuestra soberanía nacional que hiciera el ejército colombiano el pasado 1 de marzo. Y aunque el espaldarazo que recibiera el Ecuador por parte del gobierno de Hugo Chávez fue importante, deja, sin embargo, ciertas dudas. Simplemente me formulo una pregunta: ¿Cómo debe entenderse que en menos de una semana se haga y deshaga la movilización a la frontera de nada menos que 10 batallones, el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Colombia y el cierre de las fronteras?Supongo que para tomar tan serias y contundentes decisiones se analizó con detenimiento y profundidad. Lo que no puedo entender es cómo asuntos de Estado tan delicados como estos hayan sido tratados de manera tan vana y superficial. A veces no se sabe si todo esto es producto natural y necesario de las llamadas “banana Republic” o de los humores de personajes que como Chávez han perdido la percepción de los límites que deberían existir entre lo que es público y privado.
No deja de sorprenderme el cambio de actitud del líder bolivariano. Tan grave como la violación de la soberanía ecuatoriana ha sido la acusación que ha hecho el presidente colombiano, Uribe, de supuestos vínculos de los regímenes de Chávez y Correa con las FARC. Esto no solo que es grave y delicado porque a más de falsear la verdad se estaría promoviendo la inestabilidad en la región. Si hilamos fino, hasta podría utilizarse como argumento legítimo para una posible intervención en dichos países. El hecho de que el Ecuador no haya querido intervenir en un conflicto como el colombiano, no quiere decir que nuestro país esté a favor de la insurgencia. Asumir como verdad los postulados que ahora difunden a diestra y siniestra los funcionarios de nuestro vecino país es sumamente delicado.Lo que parece en realidad es que los arrebatos de Chávez y su afán de ser siempre la “estrella de la película” se han encontrado con una cruda realidad. En Venezuela, pese a ser uno de los principales países exportadores de petróleo en el mundo, existe escasez de productos de primera necesidad. Muchos de estos vienen de Colombia. Las cosas no marchan en la Venezuela de Chávez. El descontento popular cada vez está en aumento. Los resultados de las elecciones pasadas hablan por sí solos. Es por ello que, ante las consecuencias económicas que podría tener un cierre de las fronteras, Chávez parece que no ha querido poner en riesgo lo poco que le queda en términos de capital político.Y aunque no quiero criticar la actitud loable que ha tenido Chávez con la República del Ecuador, si aspiraría a que cada una de sus decisiones sean tomadas con más coherencia y ponderación.
(Especial para V&L)
Tras la crispación vivida en días pasados y luego de que se han difuminado felizmente los riesgos de un conflicto bélico en la región, conviene analizar con detenimiento uno de los aspectos de esta fugaz megacrisis: la actitud del presidente venezolano Hugo Chávez. Como ecuatorianos no podemos dejar de reconocer las manifestaciones de solidaridad y respaldo que hemos tenido del resto de los países de la región ante la temeraria violación de nuestra soberanía nacional que hiciera el ejército colombiano el pasado 1 de marzo. Y aunque el espaldarazo que recibiera el Ecuador por parte del gobierno de Hugo Chávez fue importante, deja, sin embargo, ciertas dudas. Simplemente me formulo una pregunta: ¿Cómo debe entenderse que en menos de una semana se haga y deshaga la movilización a la frontera de nada menos que 10 batallones, el rompimiento de las relaciones diplomáticas con Colombia y el cierre de las fronteras?Supongo que para tomar tan serias y contundentes decisiones se analizó con detenimiento y profundidad. Lo que no puedo entender es cómo asuntos de Estado tan delicados como estos hayan sido tratados de manera tan vana y superficial. A veces no se sabe si todo esto es producto natural y necesario de las llamadas “banana Republic” o de los humores de personajes que como Chávez han perdido la percepción de los límites que deberían existir entre lo que es público y privado.
No deja de sorprenderme el cambio de actitud del líder bolivariano. Tan grave como la violación de la soberanía ecuatoriana ha sido la acusación que ha hecho el presidente colombiano, Uribe, de supuestos vínculos de los regímenes de Chávez y Correa con las FARC. Esto no solo que es grave y delicado porque a más de falsear la verdad se estaría promoviendo la inestabilidad en la región. Si hilamos fino, hasta podría utilizarse como argumento legítimo para una posible intervención en dichos países. El hecho de que el Ecuador no haya querido intervenir en un conflicto como el colombiano, no quiere decir que nuestro país esté a favor de la insurgencia. Asumir como verdad los postulados que ahora difunden a diestra y siniestra los funcionarios de nuestro vecino país es sumamente delicado.Lo que parece en realidad es que los arrebatos de Chávez y su afán de ser siempre la “estrella de la película” se han encontrado con una cruda realidad. En Venezuela, pese a ser uno de los principales países exportadores de petróleo en el mundo, existe escasez de productos de primera necesidad. Muchos de estos vienen de Colombia. Las cosas no marchan en la Venezuela de Chávez. El descontento popular cada vez está en aumento. Los resultados de las elecciones pasadas hablan por sí solos. Es por ello que, ante las consecuencias económicas que podría tener un cierre de las fronteras, Chávez parece que no ha querido poner en riesgo lo poco que le queda en términos de capital político.Y aunque no quiero criticar la actitud loable que ha tenido Chávez con la República del Ecuador, si aspiraría a que cada una de sus decisiones sean tomadas con más coherencia y ponderación.
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