
Stephanie Hanson
Council on Foreign Relations
(Especial para V&L)
Cuando los narcotraficantes colombianos necesitan movilizar cocaine fuera del país, su primera parada es con frecuencia Venezuela. El número de vuelos cortos que conectan pistas en la remota jungla en el noreste de Colombia con Venezuela se triplicaron entre 2003 y 2006. de acuerdo con el Grupo Internacional de Crisis (ICG). Ahora, más de un tercio de la cocaine producida por Colombia se cree que sale del país vía Venezuela. Los esfuerzos antinarcóticos de Estados Unidos en la región andina se han enfocado en el Plan Colombia, una iniciativa multimillonaria para erradicar sembradíos y combatir a los cartels de la droga. Pero el incremento del tráfico a través de Venezuela amenaza con hacer fracasar el progreso alcanzado en Colombia, y plantea serias cuestiones sobre la eficacia de la política contra el narcotráfico de Estados Unidos en la región.
Council on Foreign Relations
(Especial para V&L)
Cuando los narcotraficantes colombianos necesitan movilizar cocaine fuera del país, su primera parada es con frecuencia Venezuela. El número de vuelos cortos que conectan pistas en la remota jungla en el noreste de Colombia con Venezuela se triplicaron entre 2003 y 2006. de acuerdo con el Grupo Internacional de Crisis (ICG). Ahora, más de un tercio de la cocaine producida por Colombia se cree que sale del país vía Venezuela. Los esfuerzos antinarcóticos de Estados Unidos en la región andina se han enfocado en el Plan Colombia, una iniciativa multimillonaria para erradicar sembradíos y combatir a los cartels de la droga. Pero el incremento del tráfico a través de Venezuela amenaza con hacer fracasar el progreso alcanzado en Colombia, y plantea serias cuestiones sobre la eficacia de la política contra el narcotráfico de Estados Unidos en la región.

A diferencia de Colombia, Venezuela se niega a cooperar con los Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. El Fiscal General del pais admite que la Guardia Nacional y los servicios de inteligencia tienen vinculos con narcotraficantes, así como con empleados civiles en aeropuertos. La zona fronteriza, que oficiales colombianos tienen dificultades para monitorear debido a lo difícil del terreno, es un “caldo de cultivo para el crimen y la violencia”, de acuredo con el reporte del ICG sobre el tráfico de drogas en América Latina.
El Departamento de Estado norteamericano ha culpado a Venezuela por no cumplir con su parte en la lucha contra la corrupción y el tráfico en la región. Caracas suspendió la cooperación con la DEA en 2005. Desde entonces, los decomisos de drogas han bajado de 35 a 45 toneladas métricas en el 2005, a entre 20 y 25 toneladas métricas en el 2006, según el reporte de la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos. “Permanecemos abiertos a trabajar con Venezuela en este tema”, dijo David T. Johnson, secretario asistente para asuntos de narcóticos internacional y seguridad, en febrero de 2008. “Pero hasta ahora no hemos tenido un socio dispuesto a trabajar”.
Venezuela contrargumenta de que está haciendo un amplio esfuerzo para controlar el tráfico de drogas que se produce en sus fronteras. Ha desturido más de un centenar de pistas clandestinas cerca de la frontera con Colombia este año, y ha instalado estaciones de radar que permitirá a las autoridades venezolanas vigilar vuelos no autorizados desde Colombia. Expertos afirman que estos esfuerzos están diseñados para contrarrestar las acusaciones de Estados Unidos, pero también para atender preocupaciones domésticas acerca de los crecientes indices de criminalidad. De acuerdo con el diario venezolano El Universal, en Caracas se produjeron 710 asesinatos en los primeros tres meses de 2008, comparado con los 621 durante el mismo período del año pasado. El gobierno venezolano dejó de publicar la cifra oficial de homicidios en 2003, pero la agencia de seguridad Strafor sugiere que Caracas está entre las ciudades más peligrosas del mundo, con un índice de homicidios superior al doble de Detroit. Expertos sostienen que mucha de esta violencia está vinculada a las drogas. La frontera Colombo-venezolana, entre tanto, es un refugio para grupos guerrilleros como las FARC y el ELN.
Presuntos vínculos entre el gobierno venezolano y las FARC han incrementado las preocupaciones de Estados Unidos. El gobierno colombiano sostiene que tiene evidencia, obtenida de la computadora personal del líder rebelde de las FARC asesinado en Ecuador, de que Venezuela ofreció apoyo financiero a los grupos guerrilleros. La revista alemana Spiegel reporta que Caracas aparentemetne prometió armas a las FARC, así como también acciones en la industria petrolera venezolana. Como indica un editorial del Washington Post, si estas alegaciones resultan ciertas, el Departamento de Estado tendrá evidencia más que suficiente para añadir a Venezuela a la lista de patrocinadores del terrorismo. Tal designación generaría automáticas sanciones y podría afectar las importaciones norteamericanas de crudo venezolano.
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