
Editorial
(Especial para V&L)
Visto el gran protagonismo que tuvo el cuestionado dictador venezolano Hugo Chávez durante los actos de asunción del presidente Fernando Lugo, cabe la pregunta: ¿Se encamina el Paraguay –de la misma forma que Bolivia, Ecuador e incluso Argentina– a ser un nuevo satélite ideológico y económico de la dictadura “petrodolera” de Chávez? ¿O buscará un modelo político, económico y social diferente y autónomo que anteponga sobre todo su soberanía y dignidad como nación? Si el Paraguay acepta las abundantes propuestas de “cooperación” de Chávez, le dará pie para meter sus narices en nuestro país como lo está haciendo descaradamente en los gobernados por sus incondicionales, y se convertirá rápidamente en otro satélite del disparatero dictador venezolano. Nuestro país no necesita de nuevos amos.
Visto el gran protagonismo que tuvo el cuestionado dictador venezolano, Hugo Chávez, durante los actos de asunción del presidente Fernando Lugo, cabe la pregunta: ¿se encamina el Paraguay –de la misma forma que Bolivia, Ecuador e incluso Argentina– a ser un nuevo satélite ideológico y económico de la dictadura “petrodolera” de Chávez? ¿O buscará un modelo político, económico y social diferente y autónomo que anteponga sobre todo su soberanía y dignidad como nación?
Están apareciendo razones para suponer con cierto temor que Paraguay con Lugo está dando apresurados pasos hacia el camino equivocado. Hugo Chávez se paseó por el país como si fuera su estancia; sus guardias maltrataron y golpearon a periodistas como es su estilo, a vista y paciencia del flamante gobierno; algunos funcionarios protestaron tardíamente, más para guardar la apariencia que otra cosa.
Apenas asumido Lugo, Venezuela firmó con el Paraguay 12 acuerdos que abarcan desde la provisión de gasoíl, pasando por la implementación de programas alimentarios, hasta la creación de un instituto agroecológico y educativo para el combate del analfabetismo. Este cúmulo de acuerdos con Venezuela no sería nada extraño ni anormal de no estar de por medio Hugo Chávez, quien está acostumbrado a someter a otros países distribuyendo “petrodólares” a mansalva, para hacer realidad lo que llama “Socialismo del Siglo XXI” o “Revolución Bolivariana”. Es la forma como materializa la intromisión en los asuntos internos de otros países, toda vez que la clase política gobernante así lo consienta por razones ideológicas, conveniencias políticas o económicas que se agotan en mezquinos intereses grupales, pero sin beneficio para el fortalecimiento de la democracia ni para un sólido desarrollo económico del país afectado. La generosa “petrochequera” compra conciencias y voluntades, más aún si el país receptor enfrenta dificultades económicas o sus autoridades tienen afinidades ideológicas con el delirante “Socialismo del Siglo XXI” que impulsa el coronel bolivariano, como ahora ocurre con el nuevo gobierno paraguayo.
Es lo que está pasando con la Argentina. Este país, luego de su declarado “default”, carece de crédito en el sistema financiero internacional y el único que le presta plata es Chávez, pero con condiciones demoledoras no solo en lo económico, sino también en lo político. Le presta con un interés de 15%, cuando en el mercado mundial está a 3 ó 5%, y mueve al Gobierno del vecino país como una marioneta o lo somete a papelones internacionales si así conviene a sus intereses, por ejemplo cuando expuso al ridículo a su ex presidente Néstor Kirchner en el frustrado rescate de rehenes en poder de las FARC. O, más recientemente, como comentó la prensa argentina, hacerse invitar por Cristina de Kirchner y estar presente cuando el brasileño Lula da Silva visitaba Buenos Aires, para la foto del trío con las manos unidas para indicar que estaba vigente y era fuerte el eje Buenos Aires-Caracas-Brasilia. A Lula, que anda en cosas serias, no le habrá resultado muy agradable este encuentro.
Chávez buscará por todos los medios someter al Paraguay con el cuento de ayudarlo, porque el objetivo que tiene es consolidar su liderazgo en la región por encima de otros países como Brasil y, sobre todo, Estados Unidos. Nuestro país no necesita “ayudas” de esta clase ni limosna de nadie, menos aun de un dictador con delirios de grandeza. Necesita lograr apoyos sinceros para su desarrollo y fortalecer acuerdos de libre comercio con otros países, para expandir su producción y hacer posible la integración sobre la base de la democracia y los derechos humanos. Chávez es resistido hasta en el Mercosur porque no reúne las condiciones exigidas para sus miembros. Ni siquiera es partidario del libre comercio, que es el primer postulado del Tratado de Asunción, por tanto, los acuerdos económicos que firma lo hace fuera de este contexto, y alberga el declarado propósito de usar el bloque como una plataforma de combate político contra Estados Unidos, mostrándose más inclinado hacia la confrontación que a la paz entre las naciones. De allí su empecinamiento por formar parte del organismo.
Sería verdaderamente lamentable que el Paraguay, que luchó contra dictadores como Stroessner y gobernantes corruptos como sus últimos presidentes, que consiguió madurar a duras penas una democracia funcional, ahora ponga en riesgo esta conquista por culpa de ideologías comprobadamente fracasadas como la que preconizan estos mesías del “Socialismo del Siglo XXI”.
Si el Paraguay acepta las abundantes propuestas de “cooperación” de Chávez, le dará pie para meter sus narices en nuestro país como ya lo está haciendo descaradamente en los gobernados por sus incondicionales, y se convertirá rápidamente en otro satélite del disparatero dictador venezolano.
Nuestro país no necesita de nuevos amos.
(Especial para V&L)
Visto el gran protagonismo que tuvo el cuestionado dictador venezolano Hugo Chávez durante los actos de asunción del presidente Fernando Lugo, cabe la pregunta: ¿Se encamina el Paraguay –de la misma forma que Bolivia, Ecuador e incluso Argentina– a ser un nuevo satélite ideológico y económico de la dictadura “petrodolera” de Chávez? ¿O buscará un modelo político, económico y social diferente y autónomo que anteponga sobre todo su soberanía y dignidad como nación? Si el Paraguay acepta las abundantes propuestas de “cooperación” de Chávez, le dará pie para meter sus narices en nuestro país como lo está haciendo descaradamente en los gobernados por sus incondicionales, y se convertirá rápidamente en otro satélite del disparatero dictador venezolano. Nuestro país no necesita de nuevos amos.
Visto el gran protagonismo que tuvo el cuestionado dictador venezolano, Hugo Chávez, durante los actos de asunción del presidente Fernando Lugo, cabe la pregunta: ¿se encamina el Paraguay –de la misma forma que Bolivia, Ecuador e incluso Argentina– a ser un nuevo satélite ideológico y económico de la dictadura “petrodolera” de Chávez? ¿O buscará un modelo político, económico y social diferente y autónomo que anteponga sobre todo su soberanía y dignidad como nación?
Están apareciendo razones para suponer con cierto temor que Paraguay con Lugo está dando apresurados pasos hacia el camino equivocado. Hugo Chávez se paseó por el país como si fuera su estancia; sus guardias maltrataron y golpearon a periodistas como es su estilo, a vista y paciencia del flamante gobierno; algunos funcionarios protestaron tardíamente, más para guardar la apariencia que otra cosa.
Apenas asumido Lugo, Venezuela firmó con el Paraguay 12 acuerdos que abarcan desde la provisión de gasoíl, pasando por la implementación de programas alimentarios, hasta la creación de un instituto agroecológico y educativo para el combate del analfabetismo. Este cúmulo de acuerdos con Venezuela no sería nada extraño ni anormal de no estar de por medio Hugo Chávez, quien está acostumbrado a someter a otros países distribuyendo “petrodólares” a mansalva, para hacer realidad lo que llama “Socialismo del Siglo XXI” o “Revolución Bolivariana”. Es la forma como materializa la intromisión en los asuntos internos de otros países, toda vez que la clase política gobernante así lo consienta por razones ideológicas, conveniencias políticas o económicas que se agotan en mezquinos intereses grupales, pero sin beneficio para el fortalecimiento de la democracia ni para un sólido desarrollo económico del país afectado. La generosa “petrochequera” compra conciencias y voluntades, más aún si el país receptor enfrenta dificultades económicas o sus autoridades tienen afinidades ideológicas con el delirante “Socialismo del Siglo XXI” que impulsa el coronel bolivariano, como ahora ocurre con el nuevo gobierno paraguayo.
Es lo que está pasando con la Argentina. Este país, luego de su declarado “default”, carece de crédito en el sistema financiero internacional y el único que le presta plata es Chávez, pero con condiciones demoledoras no solo en lo económico, sino también en lo político. Le presta con un interés de 15%, cuando en el mercado mundial está a 3 ó 5%, y mueve al Gobierno del vecino país como una marioneta o lo somete a papelones internacionales si así conviene a sus intereses, por ejemplo cuando expuso al ridículo a su ex presidente Néstor Kirchner en el frustrado rescate de rehenes en poder de las FARC. O, más recientemente, como comentó la prensa argentina, hacerse invitar por Cristina de Kirchner y estar presente cuando el brasileño Lula da Silva visitaba Buenos Aires, para la foto del trío con las manos unidas para indicar que estaba vigente y era fuerte el eje Buenos Aires-Caracas-Brasilia. A Lula, que anda en cosas serias, no le habrá resultado muy agradable este encuentro.
Chávez buscará por todos los medios someter al Paraguay con el cuento de ayudarlo, porque el objetivo que tiene es consolidar su liderazgo en la región por encima de otros países como Brasil y, sobre todo, Estados Unidos. Nuestro país no necesita “ayudas” de esta clase ni limosna de nadie, menos aun de un dictador con delirios de grandeza. Necesita lograr apoyos sinceros para su desarrollo y fortalecer acuerdos de libre comercio con otros países, para expandir su producción y hacer posible la integración sobre la base de la democracia y los derechos humanos. Chávez es resistido hasta en el Mercosur porque no reúne las condiciones exigidas para sus miembros. Ni siquiera es partidario del libre comercio, que es el primer postulado del Tratado de Asunción, por tanto, los acuerdos económicos que firma lo hace fuera de este contexto, y alberga el declarado propósito de usar el bloque como una plataforma de combate político contra Estados Unidos, mostrándose más inclinado hacia la confrontación que a la paz entre las naciones. De allí su empecinamiento por formar parte del organismo.
Sería verdaderamente lamentable que el Paraguay, que luchó contra dictadores como Stroessner y gobernantes corruptos como sus últimos presidentes, que consiguió madurar a duras penas una democracia funcional, ahora ponga en riesgo esta conquista por culpa de ideologías comprobadamente fracasadas como la que preconizan estos mesías del “Socialismo del Siglo XXI”.
Si el Paraguay acepta las abundantes propuestas de “cooperación” de Chávez, le dará pie para meter sus narices en nuestro país como ya lo está haciendo descaradamente en los gobernados por sus incondicionales, y se convertirá rápidamente en otro satélite del disparatero dictador venezolano.
Nuestro país no necesita de nuevos amos.
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