20 de julio de 2009
"Las cadenas sí son un "latifundio""
"¿Qué es lo que quiere el Gobierno? Que no haya tanta crítica o acallarla, pero eso no tiene que ver con la propiedad"
Andrés Cañizález cerraba una entrevista con El Universal hace dos años con la sentencia: "Ser independiente va a tener un costo mucho más alto para algunos medios de comunicación en Venezuela". Y no se equivocó: las mismas amenazas que en aquel momento había en contra de RCTV -que terminó fuera de la señal abierta, como lo prometió el presidente Hugo Chávez- se ciernen ahora sobre Globovisión, 240 emisoras de radio, canales de televisión por suscripción y periodistas, éstos últimos amenazados con una ley sobre delitos mediáticos, por nombrar sólo algunas propuestas.
El profesor e investigador universitario está hoy más preocupado que nunca.
-¿Cuál es su opinión con respecto a la propuesta de restringir los circuitos de radio?
-Es uno de los anuncios que a mí me preocupa más porque creo que tiene un sesgo claramente controlador sobre el tema de la información. Si uno sigue la labor que tienen los circuitos radiales en Venezuela, principalmente, informan, hay también deportes -aunque ellos han asegurado que el deporte no se va a tocar-. Con esta idea de que solamente pueden estar en los circuitos tres emisoras y que además tienen limitada la transmisión conjunta a media hora diaria, la gran pérdida que vamos a tener los ciudadanos es justamente la posibilidad de informarnos de una forma global. Hay muchas emisoras que por muchas razones son pequeñas, trabajan con pocas personas. Éstas no van a tener la posibilidad de crear un equipo de prensa.
-¿Y antes de los circuitos cómo funcionaba la radio?
-En cada una de las etapas que yo recuerde en Venezuela, ha habido siempre grandes circuitos. La diferencia hoy en día es que estos circuitos no necesariamente son a partir de la propiedad. El esquema anterior consistía en que Orlando Castro, por ejemplo, era dueño de 42 emisoras o Radio Rumbos tenía 27 emisoras en su mejor momento, eran propietarios de las emisora. Hoy en día el esquema de los circuitos está más dado por los contenidos, es decir, la propiedad está dispersa, quien transmite circuito Éxitos en Barquisimeto es un empresario que tiene una pequeña emisora que se afilia al circuito, pero la propiedad sigue siendo de él.
-¿Entonces sería falso lo del "latifundio mediático"?
-Sí, eso es falso. Enfilarse contra los circuitos en este momento no creo que busque atacar el tema de la propiedad porque ahí no hay un gran problema. En el caso de la radio en Venezuela no hay un fenómeno de monopolio como en Guatemala, por ejemplo, donde hay un señor que tiene cinco de los siete canales que hay. Obviamente, si miras la prensa o en su momento, los canales de televisión, hay una coincidencia editorial en la crítica. ¿Qué es lo que quiere el Gobierno? Que no haya tanta crítica o acallarla, pero eso no tiene que ver con el tema de la propiedad, tiene que ver con que hay una posición editorial de muchos medios cuestionando las políticas oficiales, lo cual desde mi perspectiva, es sano.
-¿Y siente que la intención de actuar sobre la televisión por suscripción (que pasen cadenas, el Himno Nacional...), también va en esa dirección?
-Claro, porque ¿qué papel juegan las cadenas? Las cadenas sí son un verdadero "latifundio mediático". En el año 2008 el presidente Chávez habló durante 172 horas; durante el tiempo en que el Presidente habla, más nadie puede hablar, es una situación donde sí hay un "latifundio". En 2009, el martes 13 de enero, tuvimos un récord histórico: hubo una cadena de 7 horas y media, eso es "latifundio", esa sí es una manera en la que los ciudadanos no pueden estar informados, están obligados a ver y escuchar un solo mensaje.
-¿Y si no fuera Chávez el que está en el poder, tampoco es legítimo el intento de regular a la televisión por suscripción?
-En general, yo estoy de acuerdo con que hayan reglas para normar a los medios. El tema es que en este momento estamos en una guerra semántica-simbólica donde el Gobierno, para defender acciones que terminan menoscabando la libertad de expresión, utiliza ciertos términos con los cuales nadie puede estar en desacuerdo. Pongamos el caso de RCTV hace dos años: el Gobierno enfatizó la idea de que era indispensable cerrar ese canal para crear uno de servicio público, eso no ocurrió. Es decir, nos obligó a muchísimas personas a tener que entrar en una discusión sobre lo que era o no era la televisión de servicio público, cuando en realidad el objetivo del Gobierno era cerrarlo, callar una voz crítica, con el nivel más alto de audiencia, con penetración en los sectores populares, enviar una señal a los medios de lo que estaba dispuesto a hacer.
Democratizar es controlar -En este momento el Gobierno argumenta que quiere democratizar el espectro radioeléctrico con todas estas medidas, pero si efectivamente esa fuera su intención, un aspecto que debería regular es el tema de las cadenas, no puede ser que en las últimas semanas hayamos tenido cadenas hasta de un mandata- rio de otro país, el presidente de Honduras, Manuel Zelaya. ¿Quién decide eso? El Presidente o su equipo. Ahí sí haría falta una norma para regular el uso de las cadenas. Si el Gobierno realmente quisiera democratizar, otra cosa que podría hacer, que está ocurriendo en otros países, es que se emita una norma donde se fijen de forma transparente los mecanismos para poder acceder a una concesión. Si se quitan las concesiones a estas 240 emisoras y se entregan -tal como previsiblemente va a ocurrir- a dedo, eso no va generar ninguna democratización, lo que vas es a premiar a los amigos del Gobierno. Lo hizo Lusinchi en su gobierno, lo hizo Luis Herrera, volvemos a una práctica que no ha servido para democratizar ni para crear mayor pluralidad sino para sencillamente, favorecer a los que están en el Gobierno.
-¿Tenemos una guerra en varios frentes que apunta al control total?
-Yo creo que el Gobierno tiene una táctica -no en balde estamos gobernados por militares- en la cual se lanzan ataques en varios frentes, eso genera una cantidad de voces de alarma y probablemente se termina aprobando una cuarta parte de todo lo que se dijo que se iba a hacer. La sociedad siente que no perdió todo, pero el Gobierno avanzó. Yo dudo que el Gobierno pueda aplicar todo lo que pretende aplicar, pero al lanzar todas esas cosas genera un estado de temor, de amedrentamiento, de miedo.
-¿Dicen que "Globovisión enferma", cuando sería el Gobierno el que lo hace?
-Con eso de "Globovisión enferma" se está enfatizando la idea de que el Gobierno está buscando proteger la salud mental de los venezolanos. Obviamente hay una estrategia en la que se enfatiza una idea para venderle al público esas decisiones. En realidad el que enferma es el canal 8, el señor de La Hojilla (Mario Silva). Si existiese un criterio de salud pública, debería salir del aire, igual que el señor (Alberto) Nolia, son programas que realmente enferman. Pero hay toda una guerra simbólica-semántica y dicen: "Estamos actuando contra el "latifundio mediático"". No tienen que probar que ese "latifundio" existe, acuñan la idea y entonces el debate lo llevan ahí.
-¿Cómo sale la sociedad de esa agenda oficial?
-Para mí la inseguridad es un tema que debería estar en una agenda periodística seria en alianza con sectores académicos que investigan el tema, ciudadanos que se están organizando... porque eso develaría un gran fracaso del Gobierno y hay muchos otros, como la corrupción. El gran problema es que el Gobierno marca la música y después todos -medios, sociedad, partidos- terminamos bailando el ritmo que nos ponen. Desde el ámbito comunicacio-nal debería propiciarse otra agenda que se conecte con las reales preocupaciones de los ciudadanos".
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