Fernando Ochoa Antich
(Especial para V&L)
Definitivamente, el complejo de Hugo Chávez de repetir la historia de Fidel Castro en la América Latina lo mantiene angustiado. Los tiempos románticos de la Sierra Maestra ya no existen, como tampoco el enfrentamiento de las dos grandes superpotencias nucleares en medio de la Guerra Fría. Es verdad que la Rusia de Putin quiere, a cualquier costo, volver a ser una gran potencia militar. De allí su audaz posición durante la crisis de Georgia y el reconocimiento de la independencia tanto de Osetia del Sur como de Abjazia. De todas maneras, y esto deben saberlo los venezolanos, el resultado del enfrentamiento militar fue trágico para todos los actores. Mijaíl Saakashvili, presidente de Georgia, aprendió que su cercana alianza a con Estados Unidos no le compra mucha seguridad y que su país está pagando muy caro su aventura militar; Rusia tuvo un inmenso costo financiero como consecuencia de su absurda reacción, y Estados Unidos ha tenido que entender que no es conveniente seguir provocando a la Rusia nacionalista de estos tiempos.
En definitiva, la lección es clara. En juegos mayores los pequeños siempre pierden. En este caso, la gran derrotada fue Georgia. Miles de muertos, ciudades destruidas, incremento de la pobreza y años de atraso. No hay manera de que el resultado sea diferente. Así también le ocurrió a Fidel Castro durante la crisis de los cohetes en 1962. Los ofrecimientos de Kruschev se transformaron en sal y agua ante la firme amenaza del presidente Kennedy de ir a una guerra nuclear. Lo triste fue el ridículo que hizo Fidel Castro. La negociación se hizo a sus espaldas. Sin poder decir nada tuvo que aceptar que Rusia retirara los cohetes. Es verdad, logró que Estados Unidos aceptara, mediante una garantía clara de su seguridad, la existencia de la revolución cubana. No se repetirían aventuras como la invasión de Bahía de Cochino ni Cuba exportaría más la revolución violenta. Cuba se transformó en un satélite de segundo orden de la Unión Soviética. El subsidio anual, para poder resistir el bloqueo y el fracaso de la economía socialista, tenía que pagarlo con la sangre de su pueblo derramada en el África para satisfacer los intereses imperiales de la Unión Soviética.
Los medios de comunicación social han hecho público una noticia realmente preocupante: "Moscú enviará barcos y aviones para maniobras en Venezuela", dejándose correr que los aviones permanecerían estacionados, por un tiempo indefinido, en una de las bases aéreas venezolanas. Esta noticia no puede analizarse a la ligera. Irrumpe nuestra tradicional política exterior y lo más grave, se hace a espaldas de los venezolanos. Durante la I Guerra Mundial, Juan Vicente Gómez mantuvo la neutralidad de Venezuela. Resistió todas las presiones de lo Aliados, sin ceder en ningún momento. Isaías Medina Angarita no entró en la guerra sino ya a finales de 1943, ante la certeza existente de la derrota del Eje. No enviamos tropas a combatir en Corea, como sí lo hizo Colombia, y durante los enfrentamientos militares, generados en la Guerra Fría, mantuvimos una gran prudencia al no respaldar a ninguno de los contendores. Sólo mantuvimos como política petrolera nuestra garantía de suministro a Occidente. Esa política nos aseguraba a futuro nuestros tradicionales mercados petroleros.
Estos juegos geopolíticos de Hugo Chávez deben ser analizados con prudencia y perspicacia. Son demasiado riesgosos para Venezuela. La justificación que da el chavismo para esas acciones es una supuesta amenaza de Estados Unidos en contra de nuestra soberanía. En realidad, ese argumento no tiene ningún sostén. La tensión política con Estados Unidos sólo ha surgido como consecuencia a acciones irresponsables de Hugo Chávez. Nunca mide el efecto de sus filípicas. Las ofensas al presidente Bush y una política internacional absolutamente aventurera han sido las principales causas del rechazo que rodea nuestra acción internacional. La pregunta que tenemos que hacernos es ¿si la presencia de la flota rusa, fuera de su ambiente operacional, va a significar realmente una garantía a nuestra seguridad? Soy de los que pienso que lo único que estamos haciendo es "echar más leña a la candela". Lo más seguro es que Venezuela va a salir por lo menos chamuscada.
(Especial para V&L)
Definitivamente, el complejo de Hugo Chávez de repetir la historia de Fidel Castro en la América Latina lo mantiene angustiado. Los tiempos románticos de la Sierra Maestra ya no existen, como tampoco el enfrentamiento de las dos grandes superpotencias nucleares en medio de la Guerra Fría. Es verdad que la Rusia de Putin quiere, a cualquier costo, volver a ser una gran potencia militar. De allí su audaz posición durante la crisis de Georgia y el reconocimiento de la independencia tanto de Osetia del Sur como de Abjazia. De todas maneras, y esto deben saberlo los venezolanos, el resultado del enfrentamiento militar fue trágico para todos los actores. Mijaíl Saakashvili, presidente de Georgia, aprendió que su cercana alianza a con Estados Unidos no le compra mucha seguridad y que su país está pagando muy caro su aventura militar; Rusia tuvo un inmenso costo financiero como consecuencia de su absurda reacción, y Estados Unidos ha tenido que entender que no es conveniente seguir provocando a la Rusia nacionalista de estos tiempos.
En definitiva, la lección es clara. En juegos mayores los pequeños siempre pierden. En este caso, la gran derrotada fue Georgia. Miles de muertos, ciudades destruidas, incremento de la pobreza y años de atraso. No hay manera de que el resultado sea diferente. Así también le ocurrió a Fidel Castro durante la crisis de los cohetes en 1962. Los ofrecimientos de Kruschev se transformaron en sal y agua ante la firme amenaza del presidente Kennedy de ir a una guerra nuclear. Lo triste fue el ridículo que hizo Fidel Castro. La negociación se hizo a sus espaldas. Sin poder decir nada tuvo que aceptar que Rusia retirara los cohetes. Es verdad, logró que Estados Unidos aceptara, mediante una garantía clara de su seguridad, la existencia de la revolución cubana. No se repetirían aventuras como la invasión de Bahía de Cochino ni Cuba exportaría más la revolución violenta. Cuba se transformó en un satélite de segundo orden de la Unión Soviética. El subsidio anual, para poder resistir el bloqueo y el fracaso de la economía socialista, tenía que pagarlo con la sangre de su pueblo derramada en el África para satisfacer los intereses imperiales de la Unión Soviética.
Los medios de comunicación social han hecho público una noticia realmente preocupante: "Moscú enviará barcos y aviones para maniobras en Venezuela", dejándose correr que los aviones permanecerían estacionados, por un tiempo indefinido, en una de las bases aéreas venezolanas. Esta noticia no puede analizarse a la ligera. Irrumpe nuestra tradicional política exterior y lo más grave, se hace a espaldas de los venezolanos. Durante la I Guerra Mundial, Juan Vicente Gómez mantuvo la neutralidad de Venezuela. Resistió todas las presiones de lo Aliados, sin ceder en ningún momento. Isaías Medina Angarita no entró en la guerra sino ya a finales de 1943, ante la certeza existente de la derrota del Eje. No enviamos tropas a combatir en Corea, como sí lo hizo Colombia, y durante los enfrentamientos militares, generados en la Guerra Fría, mantuvimos una gran prudencia al no respaldar a ninguno de los contendores. Sólo mantuvimos como política petrolera nuestra garantía de suministro a Occidente. Esa política nos aseguraba a futuro nuestros tradicionales mercados petroleros.
Estos juegos geopolíticos de Hugo Chávez deben ser analizados con prudencia y perspicacia. Son demasiado riesgosos para Venezuela. La justificación que da el chavismo para esas acciones es una supuesta amenaza de Estados Unidos en contra de nuestra soberanía. En realidad, ese argumento no tiene ningún sostén. La tensión política con Estados Unidos sólo ha surgido como consecuencia a acciones irresponsables de Hugo Chávez. Nunca mide el efecto de sus filípicas. Las ofensas al presidente Bush y una política internacional absolutamente aventurera han sido las principales causas del rechazo que rodea nuestra acción internacional. La pregunta que tenemos que hacernos es ¿si la presencia de la flota rusa, fuera de su ambiente operacional, va a significar realmente una garantía a nuestra seguridad? Soy de los que pienso que lo único que estamos haciendo es "echar más leña a la candela". Lo más seguro es que Venezuela va a salir por lo menos chamuscada.
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