
de promesas cumplidas
No fueron pocas las personas que acercaron a nosotros para, con muy buena fe, aconsejarnos que no corriéramos el riesgo de invertir en una nueva rotativa y, mucho menos, en una nueva sede para El Nacional. Escuchamos sus palabras con detenimiento y serenidad, pues sabíamos que nos hablaban con la luminosa lealtad de los amigos y con el sentido real de la sensatez. Y sin embargo, decidimos seguir adelante.
En realidad, nuestra decisión tiene mucho que ver con lo que siempre ha sido El Nacional desde su fundación, valga decir, un compromiso profundo e indoblegable con el futuro de Venezuela, con sus instituciones democráticas y con el coraje y la valentía demostrada por los venezolanos a la hora de luchar por sus derechos fundamentales.
Cuando asumimos el compromiso invertir, de avanzar y de consolidarnos como una gran empresa de medios impresos, pensamos rotundamente en nuestros lectores, en su diversidad y heterogeneidad política e ideológica, en sus gustos y preferencias, pero también en sus robustas concepciones democráticas.
Pensamos también en la vocación de cambio y en la capacidad para llevarlos adelante que tienen nuestros trabajadores, periodistas, gerentes y directivos, y que es algo heredado de nuestros fundadores, Henrique Otero Vizcarrondo, Miguel, Clara Rosa y Alejandro Otero Silva, así como Antonio Arraiz, primer director de El Nacional.
Llegamos a 64 años de existencia, luego de una largo camino de gobiernos democráticos y dictatoriales, y seguimos manteniendo la fe tanto en los cambios que necesita el país como en su indeclinable futuro democrático.
No fueron pocas las personas que acercaron a nosotros para, con muy buena fe, aconsejarnos que no corriéramos el riesgo de invertir en una nueva rotativa y, mucho menos, en una nueva sede para El Nacional. Escuchamos sus palabras con detenimiento y serenidad, pues sabíamos que nos hablaban con la luminosa lealtad de los amigos y con el sentido real de la sensatez. Y sin embargo, decidimos seguir adelante.
En realidad, nuestra decisión tiene mucho que ver con lo que siempre ha sido El Nacional desde su fundación, valga decir, un compromiso profundo e indoblegable con el futuro de Venezuela, con sus instituciones democráticas y con el coraje y la valentía demostrada por los venezolanos a la hora de luchar por sus derechos fundamentales.
Cuando asumimos el compromiso invertir, de avanzar y de consolidarnos como una gran empresa de medios impresos, pensamos rotundamente en nuestros lectores, en su diversidad y heterogeneidad política e ideológica, en sus gustos y preferencias, pero también en sus robustas concepciones democráticas.
Pensamos también en la vocación de cambio y en la capacidad para llevarlos adelante que tienen nuestros trabajadores, periodistas, gerentes y directivos, y que es algo heredado de nuestros fundadores, Henrique Otero Vizcarrondo, Miguel, Clara Rosa y Alejandro Otero Silva, así como Antonio Arraiz, primer director de El Nacional.
Llegamos a 64 años de existencia, luego de una largo camino de gobiernos democráticos y dictatoriales, y seguimos manteniendo la fe tanto en los cambios que necesita el país como en su indeclinable futuro democrático.
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