(Editorial)
V&L
El próximo 23 N debemos ir a votar sin falta. No hacerlo es una irresponsabilidad de tal magnitud que no cabe calificarla en estas líneas. Se trata elecciones regionales y locales, claves no sólo por su importancia intrínseca sino por que pueden ser un punto crucial para debilitar el proyecto de Chávez: la permanencia indefinida en el poder con su corrupta e ineficaz camarilla. Chávez ha ido perdiendo popularidad, hasta ahora lentamente. Toca a los ciudadanos, a la población toda, votar masivamente para generar el cambio cualitativo hacia la victoria final. Las guerras, para usar la expresión que tanto le gusta al Presidente, no se ganan en una sola batalla. La primera batalla que él perdió fue el 3 D, ahora el 23 N puede volver a suceder lo mismo y producir una inflexión importante, si todos vamos a votar.
Quedarse en casa es más que una irresponsabilidad, es una complicidad con el estado de cosas que hoy suceden en el país, inseguridad, inflación, destrucción del aparato productivo, corrupción generalizada y falta de perspectiva futura. Por esas razones, no sólo hay que votar, es necesario ayudar a movilizar a la gente para que también lo haga. Los partidos deben entender que ya no tiene sentido seguir haciendo campaña – ya el pueblo decidió por quien votará- lo que tienen que hacer, de ahora hasta el domingo, es organizar la movilización de las personas hacia los centros electorales, pues sólo con una buena movilización se reducirán los índices de abstención- condición -sine qua non- para triunfar. Y sobre todo es necesario convencer a los abstencionistas estructurales que con esa actitud no castigan, a quienes desearían castigar, sino a ellos mismos y por supuesto a toda alternativa de cambio.
Otro factor importante que hay que superar es el intento descarado de amedrentamiento que difunde Chávez en cada momento en que tiene la oportunidad de tomar un micrófono. Ante eso podemos hacer nuestra las palabras del general López Contreras a la muerte de Gómez “calma y cordura”, que si no tememos ganamos y sí, por el contrario, permitimos que nos avasallen dejaremos de ser ciudadanos para convertirnos en súbditos. La decisión está en nuestras manos.
El próximo 23 N debemos ir a votar sin falta. No hacerlo es una irresponsabilidad de tal magnitud que no cabe calificarla en estas líneas. Se trata elecciones regionales y locales, claves no sólo por su importancia intrínseca sino por que pueden ser un punto crucial para debilitar el proyecto de Chávez: la permanencia indefinida en el poder con su corrupta e ineficaz camarilla. Chávez ha ido perdiendo popularidad, hasta ahora lentamente. Toca a los ciudadanos, a la población toda, votar masivamente para generar el cambio cualitativo hacia la victoria final. Las guerras, para usar la expresión que tanto le gusta al Presidente, no se ganan en una sola batalla. La primera batalla que él perdió fue el 3 D, ahora el 23 N puede volver a suceder lo mismo y producir una inflexión importante, si todos vamos a votar.
Quedarse en casa es más que una irresponsabilidad, es una complicidad con el estado de cosas que hoy suceden en el país, inseguridad, inflación, destrucción del aparato productivo, corrupción generalizada y falta de perspectiva futura. Por esas razones, no sólo hay que votar, es necesario ayudar a movilizar a la gente para que también lo haga. Los partidos deben entender que ya no tiene sentido seguir haciendo campaña – ya el pueblo decidió por quien votará- lo que tienen que hacer, de ahora hasta el domingo, es organizar la movilización de las personas hacia los centros electorales, pues sólo con una buena movilización se reducirán los índices de abstención- condición -sine qua non- para triunfar. Y sobre todo es necesario convencer a los abstencionistas estructurales que con esa actitud no castigan, a quienes desearían castigar, sino a ellos mismos y por supuesto a toda alternativa de cambio.
Otro factor importante que hay que superar es el intento descarado de amedrentamiento que difunde Chávez en cada momento en que tiene la oportunidad de tomar un micrófono. Ante eso podemos hacer nuestra las palabras del general López Contreras a la muerte de Gómez “calma y cordura”, que si no tememos ganamos y sí, por el contrario, permitimos que nos avasallen dejaremos de ser ciudadanos para convertirnos en súbditos. La decisión está en nuestras manos.
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